Como una muñeca de porcelana.
Con los ojos azules, muy abiertos, la cara pálida y los mofletes ligeramente sonrojados.
Con una diferencia: el latido del corazón.
A veces fuerte, rápido.
Tum, tum, tum, tum...
Y el sonido se pierde en una avenida larga y vacía a medio amanecer.
Otras veces se para. Como si el cuerpecito se convirtiera en ligera porcelana.
Ingrávida y perdida.
Con los ojos aún más abiertos y tan delicada que se podría romper y caer al suelo rota en mil pedazos.
2 comentarios:
caer al suelo rota en mil pedazos...
ai,
qué voy a decir yo
bizcochito!!!
se te echa de menos!!!
muaks
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