jueves, 1 de enero de 2009

El calor de un abrazo (es diferente)

Como una muñeca de porcelana.
Con los ojos azules, muy abiertos, la cara pálida y los mofletes ligeramente sonrojados.
Con una diferencia: el latido del corazón.
A veces fuerte, rápido.
Tum, tum, tum, tum...
Y el sonido se pierde en una avenida larga y vacía a medio amanecer.
Otras veces se para. Como si el cuerpecito se convirtiera en ligera porcelana.
Ingrávida y perdida.
Con los ojos aún más abiertos y tan delicada que se podría romper y caer al suelo rota en mil pedazos.

2 comentarios:

Sílvia dijo...

caer al suelo rota en mil pedazos...

ai,
qué voy a decir yo

Anónimo dijo...

bizcochito!!!
se te echa de menos!!!
muaks