Le delata la mirada triste, las ojeras y la ansiedad al beber el café.
A veces las cosas no tienen sentido. O sí.
Sólo basta una sonrisa para bajar unas escaleras pensando que el humor del día va a ser otro.
Intenta por todos los medios, mentira, no lo intenta por todos los medios, intenta ver las cosas en positivo.
Y una mierda.
Quiere alejarse al lugar de quién sabe qué en no sabe dónde.
Y sueña con sacarse las tripas, pisarlas y echarse a reír en medio de un montón de sangre.
No sabe de dónde le viene esta afición última al gore, pero quizá es un camino a seguir.
Pagaría porque el señor que lee el Marca a su lado le abriese el pecho y le sacase el corazón y rápidamente, sin dar tiempo a protestar, lo tirase por una de esas pequeñas ventanillas del autobús.
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