sábado, 26 de junio de 2010

Largo va, largo viene

Ayer se me ocurrió un post cojonudo en la piscina. Cojonudo, en serio.
Lo iba escribiendo en mi mente durante mi estancia en el recinto.
Pero ya se me ha olvidado. O ha pasado de moda.
Porque ponerme a hablar ahora sin rencor de las 5 personas que ocupaban mi calle y me estresaban (yo, que voy a hacer ejercicio además de para entrenar, para relajar) no tiene sentido.
No tiene sentido comentar el asquete que me da ver los cuerpos bajo el agua de mis compañeros nadadores con sus carnes blandas, fofas y arrugadas (mientras pienso: Oh! dios! Nunca quiero llegar a eso. Siempre dura. Cuál piedra.-claro, eso o el paro, por otra parte). O las duchas. Siempre miro. Sí, podríamos decir que soy una mirona de las duchas. Me parece curioso. Es uno de los lugares donde más desarrollo mi capacidad de analizadora socio-antropológica. O en los niños chicos que normalmente me parecen adorables pero que en dicho recinto exterminaría. Ummm. Sí, quiero volver a ser Uma.

Pero paso de contar con verborrea barata ésta o cualquier otra historia de ayer. Ayer estuvo bien y punto.

Ahora a volver a la carga. A sacar esto adelante.
Y la mente también.
Este tiempo suspendido me está haciendo madurar. Y quizá demasiado.
Hay días en los que me pienso ya demasiado mayor y eso sí que no me gusta. O sí.
Hace sol. Y tengo la posibilidad de escaparme a las montañas. Veámoslo así.
Abajo la pérdida de tiempo.
Y dejo de escribir. Que me rayo. Sí. Ahora me sobran los motivos (chan chan) para volver a darle vueltas a casi todo.
A todo.

No dejen de ir a las piscinas muc¡nicipales por mis comentarios.

No hay comentarios: