jueves, 24 de junio de 2010

A veces, te crees imbécil

Cuando te preocupas por tus miserias.
Y ahí fuera pasan más cosas.
Esto te pasa por creerte el puto centro del mundo.

Me vuelvo a casa en el metro y me siento imbécil. Imbécil integral.
Y la sensación no es exactamente la de estar jodida. No, no es eso.
Pero en la cabeza te resuenan las palabras de tu padre.
Tu padre es el mejor hombre que has conocido (y que conocerás, de ahí tus desvaríos amorosos). Es un tío inteligente. Perdón, muy inteligente. Honesto y trabajador. Gracias a él eres lo que eres hoy (y no porque pusiera la semillita en mamá, no). Te supo inculcar el valor de la libertad desde que dabas traspiés con tu cabeza gigante. Y aún hoy no has tenido la valentía de darle las gracias. De decirle: papá, gracias. Te admiro y te quiero. No te atreves. Sí. Eres jodidamente gilipollas.
Y se te rompe el corazón. Mejor, se te revuelven las entrañas y te entra esa rabia y ese "joder, si esto me jode precisamente por lo que él me ha enseñado". Joderjoderjoder, sigues pensando. Que esto le pase a él es porque el mundo es una jaula de locoshijosdelagranputa y con suerte.
Que te diga con tristeza que no va ilusionado a trabajar, que sólo tiene ganas de que primero llegue el miércoles, y, después, el viernes. Que es el fin de semana lo que merece la pena.
Tiene cojones. Con lo que ha luchado, con lo que vale. Con lo que es. Maldito hijodeputa. Un día le hundiré. Su puto jefe fascista de mierda. Un día le hundiré y será una gran mierda para todos. Los que le conocen y los que no. Y arderá en el infierno. Pero en el infierno de los hijos de puta, no en el de los otros, donde la gente se lo va a pasar de puta madre.

Y encima, para el colmo de tu estupidez egocéntrica, te enteras de que tu primo (preferido) también se ha separado. Y no lo entiendes. Y quieres ayudarle, pero estás a 300km y poco más que una llamada de teléfono es todo lo que puedes hacer. Y te jode inmensamente. Te has quedado vacía. Él se merece ser feliz. Pero no puede. No sabe. Después de una puta infancia de mierda. Todo lo que ha visto. Y el tío se niega a él mismo. Y lo que más te jode es que no puedes hacer nada. Porque él no dirá ni una puta palabra. Asentirá, silencioso. Como siempre.

Entonces dejas de creer en el amor. Y piensas qeu no sirve para nada. Que no lo quieres, que para qué.
Y piensas en seguir luchando de alguna manera, por la libertad.
Y pones "Princesa", de Sabina. Porque estás enganchada y te sirve para seguir pensando que eres jodidamente imbécil. Y egocéntrica. Y que esto es una puta mierda. Porque sigue habiendo muchas cosas que no entiendes.

Y estás sola. Porque todos estamos solos. Ya lo dijo Jesús en Ejercicios de Amor. Y lo sabes. Y tú, que lees, también.
Y ahora la diatriba.
Estás hasta la polla. Hoy me gustaría ser mala. Pero probablemente acabe metiéndome a la cama a la hora de todas las noches pensando lo mismo de siempre.

Algún día algo cambiará. O no.
De momento la rabia te ha hecho escribir el post más largo en lo que va de año.
Me la suda.
Ahora me la suda todo. Y no es optimismo. Es desidia maldita.
Pondría una canción, pero ni siquiera eso se merece que gaste el tiempo ahora.
Y sigo pensando en lo ridículo que será decir "te he echado de menos". Aunque sientes una bocanada inmensa que te quema el estómago. Y ya.

3 comentarios:

[Yan!*] dijo...

Te quiero.

Marie dijo...

Bonita.
Qué bien que aparecieses aquel lunes en mi clase.

¿ Yan!* ?
Te quiero

Anónimo dijo...

Darse cuenta de que hay más allá que mi ombligo y mi barba es lo más importante que puedes sacar del día.

Gracías por recordármelo.

"Algún día algo cambiará", ya verás. Y que mañana no sea otro día más.