Sube y baja.
Sube y baja.
Otra vez me pierdo.
¿Dónde estás, señor de ojitos rasgados que me cambias la vida?
De repente, así, como sin darme cuenta, de puro churro.
Qué desagradable.
Y claro que tengo muchas cosas que decir. Y no sé por dónde empezar.
Podría salir al balcón y empezar a dar cuatro gritos, por lo menos para que se enteraran los vecinos.
Pero ha sido un golpe bajo. Y de repente mis hormonas se mueven a ritmo de vals, pero sin música de fondo. Y entonces las neuronas dicen "eh! ¿qué está pasando?". Y sientes una especie de miedo y de malestar.
En el estómago se te revuelve la cena mientras piensas, "estuve jodidamente equivocada". Y ahora otro pensamiento: "no, quizá no. Estás cosas pueden ser por reinvindicarse". Aún así, manda cojones.
Y tus hormonas siguen de arribabajo.
"Una infusión y a la cama".
Maldito yuki.
Algo tiene que ver con esto.
Señor de ojos rasgados, en este momento te amo y te odio.
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