Y aún sigo despierta. Sin sueño.
La cama es demasiado grande y hoy estrenamos colcha.
Color morado.
Hoy la cama espera abrazarme entre colores alegres. Con energía.
Vacía.
Vuelvo a mirar. Quizá me he equivocado. No.
Vacía.
Sigue vacía.
Así durante cinco minutos. Y diez.
Y quince.
En algún momento tendré que decidirme.
Dejar que me abrace para poder cerrar los ojos y soñar contigo.
Tu sonrisa.
Eterna.
Tu boca besando la mía en esos besosdedespedida que se me antojaron eternos en su cortedad.
Miro al techo. Blanco. Y sonrío.
En algún lugar sigue tu calor. Este calor que me acompaña hacia el lado más oscuro (o no) del deseo.
Cerca...
Las sábanas sonríen también. Como las del otro día, que sonreían al escuchar tu voz entrebostezos a través del hilo antiguo telefónico.
Cierro los ojos. Te sueño dormido.
Donostia. Próxima parada del futuro inmediato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario