Me aburro.
Me aburres.
Y estoy llenando toda la casa de latas vacías para rebozarme entre ellas.
Dar patadas y gritar.
De los armarios rebosan medicinas para el dolor de estómago.
La acidez y la mala hostia.
Lástima que ya no tome.
Fuera llueve. Y pienso en la lluvia.
Pienso en la lluvia cayendo sobre mí.
Así que salgo de casa y me pongo bajo ella.
Pero hoy es el día del desaflortunado.
Y sólo me salen esquejes podridos y morados, como si de huevos de colores se tratase.
Es igual. No entiendo nada.
Pero supongo que todo es normal.
Normalmente descorazonador.
O que es el miedo.
Sea lo que sea, caliento la cafetera y escucho el brum brum del motor.
¿De qué motor?
Del de la avioneta que me ayudará a cruzar este océano gris y plomizo en que se ha convertido mi existencia.
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