Fuegos artificiales.
Música.
Miré al cielo y no podía encontrar una respuesta a la belleza.
Por eso tuve una respuesta adolescente.
Porque era todo demasiado increíble para estar y ser allí. En medio del alboroto.
Tres horas más tarde alguien me pasó un teléfono blanco.
Y pensé que sí. Que lo único que necesitaba era uno de esos besos.
Nada más.
Y que a veces, las cosas se me van de las manos.
Y me vuelvo idiota.
Y me quedo mirando hacia el suelo.
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