Como si un gin tonic se hubiera desparramado en mitad del suelo y el vaso fuera ahora un montón de pedazos inconexos de cristal.
Desde arriba se ve como pasan los embriagados por el ron por encima del líquido desparramado, como luchan los hielos para no derretirse en el olvido y como te mira la rodaja de limón, impasible, amarilla, pidiéndote a gritos que la recojas del suelo.
Si te rompen el vaso en la cara, las cosas no cambian precisamente a mejor.
Hay que elegir entre el camino del alcohol ausente, las drogas duras para pasar el rato e intentar mantenerse en pie, sin resbalar a causa del líquido derramado.
Que luego siempre aparecen las contracturas en los muslos.
Y las resacas. Que son jodidas. Sobre todo cuando no sabes qué cojones hacer con ella.
Debate entre la vida y la muerte. Entre el ahí te quedas o me jodo y seguimos malamente pa'lante.
Yo también te quiero, pero el día que te dés cuenta tú, puede que sea ya demasiado tarde.
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