Y entonces estás en medio de esa felicidad que provoca la cerveza.
Ese paso entre una y otra dimensión.
Otra dimensión aristotélica, claro.
Lo que pasa que a Aristóteles se le olvidó decir aquello de "los amigos para eso están".
Y la felicidad completa que te brota ahora por tuspordentros está provocada por el regusto a casa, avueltaacasa que te están provocando estas cañas con las hermanas.
Deberíais ser las Tres hermanas de Chéjov. Pero sin dramas.
Sólo los dramas vuestros de cada día.
Del esfuerzo y estoy jodida pero salgo adelante más contenta que unas Pascuas.
En el fondo sois unas supervivientes.
Unas sobrevivientes de puta madre.
Es en ese momento cuando te vuelve a venir la seguridad de que llegaréis lejos.
Así, no puede ser de otra manera.
Además, últimamente estás bastante segura de ello. Si no, esto no tendría sentido.
Ahora bien, las caricias y el te doy un beso o no. Se lo dejas a otros.
O te estás haciendo mayor (demasiado) o estás hasta los cojones o sigues con el ancla echado en el mar de la perdición.
Por lo menos tu cuerpo pasa. Ha llegado a un acuerdo con tu mente.
Y tu sonríes.
Últimamente estás indescriptiblemente feliz.
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