Situaciones subreales de la vida.
Quién te iba a decir a ti que después de ir de cañas acabarías en San Ginés...
Sin que saliera el sol. Con la luna casi recién puesta entre estas nubes lluviosas de Madrid.
Entre guiris. Y no sólo los que disfrutan del chocolate con churros a cualquierhoraporqueestypicalspanish.
Hablan de cosas físicas, del dentro y fuera, del hot and cold. Pero no tienes las suficientes energías como para poner atención en el ingléhh.
Así que mientras piensas eso pasa un señor diciendo "Cuidao! cuidaooo! cuidaoooooo!". Nadie le oye, pero todo el mundo sabe que jamás ese señor con esos brazos de acero (a pesar de no ser un macho alfa) ha derramado una gota de chocolate o una deliciosa porra entre los allí y allá presentes.
Piensas que qué raro es todo esto. Y sonríes por dentro. Nadie se enterará.
Mientras escribes mensajitos. Y vuelves a sonreír.
Y sigues pensando un montón de cosas más. Y escribiendo en tu mente. Pero ves un trozo de deliciosa porra (nunca pensaste que te fuera a caer tan bien en el estómago a esas horas) y te olvidas de todo. Porque ahora, una hora después, aún te arrepientes de no habértela comido. De haberla dejado allí abandonada. Y sola.
Total, mañana vas a hacer una clase de abdominales de acero y nadie sabrá lo que haces en tus horas secretas, cuando sales del barrio y hasta Indiana Jones se queda pequeño.
Joder. Te estás haciendo mayor. Sólo quieres dormir, en tu cama o en la de otros. Calentita. Qué placer. Delicioso.
Pero no, dices. No. No. A punto de unos 25 jodidamente formidables.
Qué orgullosa estás.
Y lo que queda.
Este mes, vamos de birras y porras. Que está de moda.
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