La mejor manera de precipitar el final de una emoción negativa es generando otra emoción de la misma intensidad pero de signo contrario. En lugar de zambullirse en la interpretación minuciosa de la pesadilla, es necesario perseguir el destello de un nuevo esplendor.
Ahí estamos, pues.
Intentándolo.
Dando órdenes al cerebro para que no maneje porque sí al pequeño y cabezota diafragma.
"Estamos trabajando en ello".
Matando las ganas de vomitar.
Y de gritar.
Y de sacarnos las tripas por el culo.
Tiempo al tiempo.
Pensamiento positivo.
Claro que sí.
Saldrá la Luna.
(lunera cascabelera).
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