Todo lo que he debido de poner ha sido un cúmulo de despropósitos porque hasta el ordenador ha decidido establecer una relación conflictiva conmigo que ha borrado toda la literatura basura que practico.
Sí.
Efectivamente decía que o se me abre el tercer chakra o acabo con una úlcera en el estómago.
Sea lo que sea, espero que me pille feliz. O que me colme de felicidad.
Porque a veces me despisto y creo que el muro de mármol es inquebrantable.
Yo que defiendo la idea de lo inevitable.
Que ayer pensé en la posibilidad (fácil) de tirar una pared. Claro. Era de piedras viejas con muchos agujeros. Pero era tan capaz...Que hoy debería ser imposible olvidarlo.
Pero a veces flaqueo. Y me da por culo la gente que se niega a ser feliz.
Y no distingo entre la importancia de las MiNúscULaS y las mAyÚscUlaS. Me pierdo.
Y me enfado.
Así que me dispongo a prepararte un litro de zumo de limón. Con sal. Para que no desprecies la idea de lo inevitable y te atrevas sin remedio.
TEngo que hacerlo...O acabaré diciéndote adiós y dejándote a mitad de camino.
Y eso es de cobardes.
Además, no quiero que Spotify me prohíba escuchar por vigésima vez esa canción de Arizona Baby que me provoca una mezcla estúpida de felicidad y melancolía.
Ni que el sol me caliente la cabeza.
Así que ten cuidado. Ándate con ojo y atrévete.
O me veré obligada a que un sabio japonés te parta las (maravillosas) piernas que posees.
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