Hoy parece que está el día prolíficamente prolífico. Será la necesidad de desconectar del mundo marnavarriano (en concreto del de la diversidad funcional física, pese al disfrute), o será la necesidad de expresarme, esa necesidad innata en mí desde mis primeros años de vida. Y si no, que se lo pregunten a mi madre, que antes de hablar ya berreaba en un no parar contínuo.
Ahora que lo pienso, quizá desde ahí me venga esto que llaman vocación...
Para cambiar un poco el rumbo de lluvia asociado al color del cielo (y del alma¿?)de los últimos comentarios, la maravillosa (qué palabra más cursi!!) carta que escribió una de mis dos primas mayores para la fiesta familiar del sábado pasado (a la que marnavarrianamente no pude asistir).
Me ha emocionado mucho hoy. Saliendo de casa con la cara llorosa...Menuda forma de enfrentarse al día... Pero por lo menos, llorar de bonito. Seguro que nadie entenderá esto, pero me da igual, a mí me gusta... Es lo que tiene la familia, que te toca y te aguantas...Pero que con los años, aprendes a disfrutar de ella. Porque cuando me pongo a esto del arte, los llevo a todos conmigo...
Queridos tíos:
Pensaba escribir una carta nada más para tío Joaquín y tía Juli. Porque hoy es su día. Y realmente ellos me han inspirado a hacerlo, pero luego me puse a pensar y recordar muchas cosas de la infancia y pensé que debía decir escribir algo de cada uno de vosotros, porque no hay muchas ocasiones en las que uno haga estas cosas.
Tengo muy vagos recuerdos de dos historias en nuestra familia, pero son recuerdos de alegría y de una gran energía alrededor de todos nosotros: cuando abrimos el Alameda y cuando abrimos el Arandino. Está todo un poco borroso en mi mente, pero sé que todos estaban emocionados con esta nueva etapa de sus (nuestras) vidas. Yo era muy niña, pero yo sabía que algo bueno estaba sucediendo y, aunque no sabía muy bien lo que era sentirse “orgullosa”, algo me decía que mis tíos eran muy valientes y que estaban haciendo algo que mucha otra gente no se atrevía a hacer. Y yo sabía que iban a tener mucho éxito.
Recuerdo cuando tío Joaquín dejó la FASA y se asoció con Santos (no tengo idea de cuántos años yo tenía). A mí eso de tener un “socio” me sonaba muy bien. Era algo que tenía que ver con ser un hombre de negocios y mi tío Joaquín iba a ser un hombre de negocios. Y todos estábamos muy contentos en la familia. Recuerdo que mis padres fueron a ayudar a limpiar el mesón y eso para mí era como un día de fiesta, de mucha alegría.
También recuerdo cómo yo pensaba que mi tío Jesús era una persona importante, porque había abierto un bar, nada más y nada menos que en “la carreterilla”, por donde todo el mundo tiene que pasar para entrar a Aldeamayor. “Mi tío Jesús va a ser famoso”…yo pensaba.
Rebuscando en mi memoria, siguen llegando pasajes, como en blanco y negro y entrecortados, porque algunos detalles no los tengo, pero también recuerdo cuando era pequeña, muy pequeña, y todos hablaban de “lo listo” que era tío Bernardo, que estaba en la Universidad y que leía mucho y sabía de todo. Y que además era muy ligón. Y yo también sentía una especie de admiración por él. Y quería saber mucho, como él, cuando fuera mayor y estudiar e ir a la Universidad. Y luego, cuando María nació, a mí me parecía casi imposible que, mi tío Bernardo, el pequeño de mis tíos, el que había sido tan ligón, ya estuviera casado y tuviera una hija y hubiera “sentado la cabeza”. Una hija tan guapa y rubita que parecía un pequeño ángel.
Y bueno, pues también debo hablar de mi tía María, aunque mañana no vaya a estar en la comida, y de que también siempre admiré su valentía, su trabajo incansable. Y también desde chiquita, desde que iba a Las Palmas de vacaciones, me parecía una persona importante, que hacía cosas diferentes a los demás y que siempre tenía ideas nuevas y modernas. De ella (y de mi madre, claro) aprendí que una mujer, sola, puede hacer y sacar adelante lo que se proponga.
Pero también aprendí de mis tías políticas: Julia, Cecilia y María José. Y siempre sentí una especie de admiración y “envidia sana”, porque seguían casadas y formaban parte del proyecto de sus maridos. Eran “la mitad” de la vida de ellos y, sin ellas, nunca ellos, con sus negocios o proyectos de vida, habrían prosperado igual.
De mi madre también podría escribir páginas de admiración; y también de mis abuelos, Demetrio y Arsenia; de mis primas y de mi primo y de mi hermana Vanessa. Pero hoy es el día de “los tíos”.
Tío Joaquín: es una alegría y un honor que seas mi padrino. Siempre me he sentido feliz de lo que fueras. Tengo muchas cosas por las que estarte agradecida, pero hoy te agradezco algo que es para ti. Te agradezco que hayas tomado esta decisión y que ahora, por fin, descanses y hagas todo lo que antes no tuviste tiempo de hacer. Todavía te quedan muchas cosas buenas por hacer con tu talento. Y tía Juli seguirá acompañándote con el suyo.
Un beso para todos desde mi corazón,
Miryam
Nueva York, 6 de junio de 2008
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